Clara es alumna de 1º de Bachillerato en nuestro colegio. Le encanta la lectura (lee todo lo que cae en sus manos) y escribir. Le agradecemos que se haya animado a participar en nuestro blog con este artículo de reflexiones en voz alta.
Alzo el bolígrafo una vez más y comienzo a recapacitar sobre
esa duda, ya resuelta, pero tan lejana... Esa duda solitaria, escondida en un
rincón sombrío de la ciudad. Y todos sabemos la respuesta. Todos y cada uno de
nosotros conocemos el porqué de la disminución de jóvenes lectores. Intrépidos
luchadores que tuvieron suficiente valor para sacar un libro de la estantería y
adentrarse en un mundo paralelo de extraña fantasía.
Y es que cada vez hay menos clasificación entre libros y
enciclopedias andantes, que se mueven de estantería en estantería movidas por
unas manos jóvenes e inexpertas que tras leer el resumen, devuelven a la pobre
enciclopedia a su lugar empolvado de la estantería.

Esos son los libros que nos quitan el
gusto de pasar una página tras leer la última palabra y descubrir que el
protagonista había encontrado al amor de su vida. Ésos son los libros que nos
hacen gritar: “¡No quiero otro más, por favor!”
Pero, si alguna vez te ha ocurrido eso, no te preocupes.
Todos los lectores fanáticos tuvieron algún problema alguna vez. No siempre
escogemos bien al azar. ¿O quizá me equivoco?
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