DOS
HISTORIAS SE VUELVEN UNA
“Es el primer día de julio; hoy empiezan los
campamentos y yo me estoy preparando para irme. Estoy súper
contenta, hace años que no voy a ninguno...” escribe Claudia en su
diario. Después lo guarda en la maleta y revisa su lista de cosas.
Inmediatamente su padre la llama gritando:
-¡Claudia baja, ya esta aquí el autobús!
Ella se despide de su padre y de todos los criados y
sale corriendo de casa dirigiéndose al autocar.
Al subir ve un autobús lleno de niños, un autobús con
caras sonrientes, un autobús con gente que tiene miles de historias
que contarse, pero no consigue ver un sitio ni ninguna cara conocida.
Enseguida le entra el miedo y piensa que podía haber preguntado a
ver quién iba antes de apuntarse, pero sin darle tiempo a lamentarse
una niña rubita de unos doce años exclama por encima de todas las
voces de los alegres pasajeros:
- ¡Claudia, Claudia...! ¡Estoy aquíiii!
Entonces se fija en ella, agudiza la vista y se da
cuenta de que es su mejor amiga Noemí. Corre a su lado y enseguida
se ponen a hablar de cualquier cosa, y es que tienen tan poco en
común que cada una piensa a su manera y sacan cualquier tema de
conversación. Solo comparten la edad (doce años).
Son diferentes desde que Claudia es morena y Noemí
rubia, hasta que Claudia solo vive con su padre y Noemí sería
incapaz de pasar mas de una semana sin ver a su familia, bueno, a
excepción de los campamentos, en los que se conforma con escribir
como veinte veces diarias.
-¡Ya hemos llegado! -Se oye de repente-. Poneos por
parejas y bajad del autobús.
Enseguida eligen una habitación y se van a hablar y a
pensar qué harán durante quince días.
Mientras, en un pueblecito de Soria, una niña morena y
de pelo largo coge el teléfono:
-¿Sí? Sí, soy Pilar … ¡¡Cómo!! Vale, cojo la
mochila y me voy corriendo.
No se lo podía creer, por fin había nacido su primito;
solo había un problema, había nacido mientras los tíos de Pilar
estaban de viaje en Burgos. Menos mal que su abuelo la puede llevar
al hospital. Prepara una mochilita con ropa y algún juguete para su
primo, y sale disparada justo a tiempo para ver como el coche de su
abuelo tuerce la esquina y se detiene para recogerla. Él le dice:
-Te dejo que te pongas delante, porque ya tienes diez
años que si no... -Pero si tengo once - dice ella riéndose.
-¡Era una broma!-exclama su abuelo, mientras acelera-.
Bueno, ¿y cómo se llamara tu primito? Tus tíos dicen que elijas
entre Nacho o Miguel.
Y enseguida empiezan a buscarle ventajas y desventajas
a cada nombre, ya que tienen casi dos horas hasta llegar.
Claudia y Noemí no habían parado de hablar desde que llegaron, pero al cabo de un rato se quedan sin nada que decir y deciden ir al picadero a montar. Sin cruzar palabra, salen de la cabaña y cuando, al cabo de unos segundos de silencio, Noemí esta dispuesta a empezar otra conversación preguntando si prefiera pony o caballo, se de cuenta de que Claudia no la sigue.
Vuelve sobre sus pasos y se encuentra
a Claudia mirándose en el espejo y piensa que un poco pija
sí que es. Entonces recuerda esos campamentos en los que se
conocieron y cuando el primer día, alguien llamó a la puerta y al
abrir encontró a una niña cargada de maletas, a la que preguntó:
-¿Sabes que vamos a estar solo una semana?.. ¿No?
A lo que el montón de maletas con patas respondió:
– Solo llevo lo necesario para sobrevivir.
Cuando por fin llegan a los establos, cogen un caballo
cada una y van al picadero. Al intentar montar, Noemí, que hace
mucho que no sube a uno, cae de espaldas y se golpea. Se ha hecho
mucho daño pero no dice nada y lo vuelve a intentar. Esta vez, al
caer, se hace tanto daño que no consigue levantarse. Al verlo todos
los que están allí le van a ayudar y al final tienen que llamar a
una ambulancia porque es más grave de lo que parece. Y en menos de
media hora están en el hospital de Burgos.
Noemí, que está todavía un poco aturdida, dice:
- Hacia mucho que quería ver el hospital que han puesto
nuevo, pero nunca de este modo...
Pilar y su abuelo ya han llegado por fin, pero antes de
que ésta salga disparada hacia la planta de los recién nacidos, su
madre la pilla y, como todas las madres, le echa un vistazo y le
manda cambiarse de ropa, porque lleva un chándal muy poco elegante.
A Claudia la envían a por un poco de hielo y por el
camino se encuentra a un señora que le grita:
-Pero Pilar, te pido que te cambies y te pones la ropa
de montar a caballo, ¡¡bfff!
Y Claudia piensa que esa señora, que ha dicho esa
tontería y la ha confundido con una tal Pilar, se parece a la de la
foto que su padre tiene en el móvil desde ni se sabe cuando. Pero
pensando que es una coincidencia aprieta el paso.
Cuando termina de cambiarse, Pilar sale corriendo y una
chica de unos veinte años, que lleva una camiseta en la que pone
“monitora de campamentos” y con la que casi choca, le grita:
-No te preocupes, Claudia, Noemí está bien, solo se
le ha hinchado la rodilla, pásame ese hielo.
Pilar piensa que la han confundido y da media vuelta.
Al dar unos pocos pasos más se vuelve a chocar con alguien. A la
otra chica se le cae un poco de hielo del que llevaba y, cuando se
agacha a recogerlo, ve que la chica se parece mucho a ella, lo único,
que es algo más alta. Se miran a los ojos y Claudia, que ha visto
demasiadas películas, lo primero que piensa es que o es una broma, o
es un clon, después, empieza a relacionar las cosas:
-A ver..., dime una cosa. Tú... ¿sólo tienes madre?
Y al verla afirmar, pregunta:
-¿Es morena y con ojos marrones?-Entonces lo tiene
claro-. Pues si te llamas Pilar, me da que somos hermanas...
-¡¡Cómo!! No, no y no, mi madre, que no es la tuya,
me ha dicho que ella se separó de mi padre, y se quedó con la
custodia, así de claro. Nunca me habló de hermanas.
-Mi padre me dijo
que mi madre se fue a trabajar a Francia y él se quedó conmigo y,
no se sabe muy bien por qué, perdieron el contacto - después,
añade, enseñando la foto que siempre llevaba su padre en al
móvil-. Pero, ¿a que esta es tu madre? Bueno, pues también la mía,
así que por lo menos hermanastras.
Pilar entonces dice:
- Un momento, amplía la foto, ese sitio le conozco, ahí
se casó mi madre. En el Hotel Landa...-pero no termina la frase,
porque Claudia la interrumpe diciendo:
-¡Hotel Landa! Ahí se casaron mis padres.
En eso momento, convencidísimas de que tanta casualidad
no es posible, las dos se abrazan y deciden aclarar ese asunto.
Dan el hielo a Noemí y van directas a hablar con la
madre de Pilar, que piensa que ha bebido de más, cuando ve doble a
su hija. Tras explicarle que no está borracha, la convencen para que
les explique el parecido. Entonces, ella empieza a besar y abrazar a
Claudia y explica:
-Cuando Claudia apenas tenía seis meses, me ofrecieron
un trabajo en Francia y lo acepté, entonces el padre de Claudia se
tuvo que quedar con ella y, a pesar de estar casados, perdimos el
contacto, así que este no se enteró de que yo estaba embarazada,
por lo que no sabe que tiene otra hija llamada Pilar.
Al acabar de decir esto, se pone a llorar y vuelve a
abrazar y besar a Claudia, pues hacía más de once años que no la
veía y la había echado de menos, sobre todo cuando nació Pilar y
vio lo igualitas que eran.
Sabiendo que Noemí está perfectamente y el recién
nacido también, salen pitando hacia casa de Claudia.
“Rin Rin”
-¡¡Ahora abro!!- grita el padre de Claudia, y al abrir
la puerta se lleva una gran sorpresa al verla.
Ella le explica lo que le ha pasado a Noemí y que
viene a por ropa limpia para ella, inmediatamente desaparece en su
habitación.
Al minuto llaman a la puerta y al abrir el padre de
Claudia casi se cae, ¿pero qué hace otra vez su hija ahí? Y grita:
-¡¡Claudia!!
Y ésta aparece por la puerta de la cocina. Entonces
tiene tal confusión, por ver a su hija doble, que tiene qué
pestañear varias veces, hasta que entra la madre de las niñas, su
mujer, por la puerta de la calle. Ahí, ya, tienen que sujetarle para
que no se caiga.
Pero después de todas las aclaraciones, risas y
lágrimas, todo está arreglado, todo está perdonado y en menos de
un mes (cuando ya ha acabado el campamento), ya están viviendo
juntos, como una familia feliz.
Las niñas están encantadas, pues son hermanas y se
llevan poco más de un año, y los padres todavía más, porque ni
siquiera estaban separados solo habían perdido el contacto, no se
sabe por qué.
Así pues, es como,
gracias a un desafortunado accidente con un caballo y el nacimiento
de un niño que al final no se sabe si era Nacho o Miguel, una
familia se volvió a formar y vivieron felices para siempre.
FIN
(María
Velázquez Romano 1ºESO B)
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